domingo, 27 de marzo de 2011

Semilleros o almácigos: acompañando la germinación de la semilla


            En grandes plantaciones, hay ciertas especies que no son plantadas en forma directa, sino que previamente se inicia su cultivo en pequeños recipientes dentro de invernadero; de esta manera, se puede lograr que los pequeños plantines crezcan más fuertes, protegiéndolos de, por ejemplo, las incidencias del clima. Esta técnica perfectamente puede ser reproducida en la agricultura urbana (aún con el menor espacio posible) con mucha facilidad. Cómo hacerlo, con qué plantas y qué cuidados debemos darle.
            Si bien en muchos negocios se puede comprar la planta ya formada, con cierto tamaño y número de hojas (lo que nos “soluciona” una parte importante del proceso, evitando todos los problemas de la germinación y primeras semanas de vida), empezar nuestras plantas desde un pequeña semilla, ver cómo germina, como crece, como forma sus primeras hojas, recordar cuando ya sea alta y grande de dónde salió, cómo estaba, tiene algo especial que es difícil de explicar pero que entenderán quienes lo hayan experimentado.
Es por eso que yo siempre prefiero “arrancar desde cero”, sea mediante siembra directa o con los semilleros. Y si además producimos nuestras propias semillas, aún mejor.
            Además, como señalan desde El balcón Verde, en las tiendas la oferta  de plantines suele ser muy reducida, apenas un pequeño grupo de especies (si excluimos a las aromáticas),  mientras que la de semillas es mucho más diversificada (además podemos ampliarla aún más, mediante intercambio, de algunas de las mismas verduras que compramos, etc).
            Otro motivo importante es que con este método, podemos utilizar semillas orgánicas, que uno puede imaginar que no son las que elijen en negocios y supermercados.
           
Los almácigos

            Como ya hemos anticipado en la introducción de este artículo, la idea de almácigos o semilleros engloba aquellos recipientes utilizados para reproducir una planta a partir de la germinación de una semilla.
            La gran ventaja de no sembrar directamente sobre el terreno es que nosotros podemos tener mucho más control –palabra que siempre me hace ruido- sobre el proceso de germinación. Lo interesante, entonces, es que se nos pasa una linda responsabilidad: si nos ocupamos de la planta, si le hacemos los cuidados que necesita crecerá como debe y podrá ser trasplantada con éxito (aunque muchas veces pasa que, por la calidad de la semilla o algún otro factor,  se fracasa sin importar el tiempo que uno le dedique).
            Así, podemos superar inconvenientes como: el viento, el frío, el sol demasiado fuerte, la falta de agua, insuficiencias en cuanto a la luz requerida, competencia con malezas,  ataque repentino de plagas, etc. Además brinda muchas ventajas en lo que refiere a la practicidad y comodidad de trabajo y desplazamiento de los cultivos.
            Como consecuencia de la posibilidad de tener control sobre todas estas variables, el resultado debía ser mayor éxito y menor tiempo en la germinación.
            Además nos permite, al tener mayor control sobre el clima, adelantar un tiempo la fecha de siembra, corriendo un poco la temporada.
            Lo que hay que tener en cuenta a la hora de elegir si vamos a realizar siembra directa o en semillero es la resistencia que tiene la planta frente a un trasplante, pues aquellas que lo afecten demasiado, será más conveniente utilizar el primer método.
            Algunas de los cultivos que comienzan en almácigos son: lechuga, repollo, coliflor, puerro, albahaca, cebolla, brócoli, tomate, ají, berenjena, zapallito y acelga.

La preparación del almácigo

            Hay diferentes recomendaciones sobre cómo prepararlos, yo voy a optar por comentarles la que vengo haciendo estos últimos años, que es bastante simple pues en realidad los realizo como si se tratara de una maceta en pequeño, con alguna diferencia menor.
            Comienzo con una base de leca, pero mucho más fina que lo acostumbrado. Luego un sustrato de buena calidad (que generalmente es tierra que dejé con materia orgánica descomponiéndose -no compost-), una capa fina de abono o compost, un pequeño riego, apoyo la semilla, apenas presiono con el dedo y cubro con una capa muy fina de tierra común (se suele decir que debe ser el doble o el triple del tamaño de la semilla). Cubro con pasto seco o algo que cumpla la misma función. Luego rocío con muy poco agua para acentuar la tierra de la superficie y el mulch http://huertaenjaulada.blogspot.com/2010/11/abonos-organicos-diferentes-propuestas.html.
            En general, como es posible que no siempre germine o queremos elegir la que mejor esté, se suelen tirar varias semillas en un mismo semillero y luego aclarar, o sea quedarnos con una y arrancar la mayoría.
             En cuanto al sustrato (para especificar un poco el “de buena calidad” que usé más arriba) lo que necesitamos es que la semilla encuentre enseguida muchos nutrientes para desarrollarse. El otro tema a tener en cuenta es que la tierra en estos recipientes suele compactarse, dificultando el crecimiento de las raíces, y separarse de los bordes, complicando el riego.
            En cuanto al recipiente a utilizar, en las tiendas se venden bandejas de cultivo que son como las hueveras, espacios separados para cada planta. Pero como siempre hacemos desde este blog, lo ideal sería poder reutilizar recipientes de plástico o material que vayan a ir a la basura, como por ejemplo los envases de yogures o similares (pues es muy fácil conseguirlos y además nos permiten romperlos para trasplantar la planta con toda la tierra para no lastimar sus raíces).
            Yo el primer año compré en una casa de cotillón una bolsa con una gran cantidad de vasitos descartables de café y los utilicé por mucho tiempo para hacer almácigos.
            Ahora tengo cierto “arsenal” de envases  (los mencionados arriba, bases de botellas de diferente capacidad, unas cajas de plástico que no recuerdo de donde saqué, los potes grandes de crema o queso blanco, etc.) para elegir según el tamaño del plantín.
            Otra opción es no tenerlas cada una en un recipiente, sino juntarlas en uno grande.  Así, podemos usar una caja grande de madera, un bidón partido a la mitad, etc.
            Me pareció muy interesante este aporte del sitio Hortuba: “Desde hace pocos años existen algunos recipientes que permiten trasplantar sin tener que sacar la planta del tiesto. Por ejemplo los potes de turba son suficientemente resistentes para poder cultivar la planta pero cuando se plantan al huerto se deshacen i permiten que las raíces se desarrollen”.  Calculo que se tratará de envases biodegradables, de los que conozco muy poco, más allá de los caseros que hacen a partir de papel de diario, el cual luego se descompone (las tintas de los periódicos no afectan las plantas).
            Siguiendo en los materiales, también se debe tener en cuenta con qué vamos a protegerlos, debemos proveer al almácigo de alguna defensa (en grandes plantaciones, suelen permanecer todo el tiempo en invernaderos). Para esto hay que buscar no sólo que tenga un tamaño como para contener varios semilleros, sino que también sea trasparente para permitir que reciban la luz del sol.
            Una opción que suele usarse con bidones de agua mineral que se cortan verticalmente y luego se acuestan, de tal manera que una de las mitades es la base y la otra funciona como tapa. Yo en este último tiempo encontré un cajón de plástico (el de la foto) que inicialmente era el compartimiento de las verduras en una heladera.
            Si embargo, ser trasparente no es condición imprescindible. Se puede usar una caja cualquiera y ponerle por encima papel film.

La germinación
Como habíamos mencionado anteriormente, la gran ventaja del semillero es que podemos tener mayor control sobre el proceso de germinación de una semilla. Pero para eso debemos conocer cuáles variables debemos tener en cuenta.
Lo más importante que debemos atender son la  temperatura y la humedad. Tenemos que lograr que se mantenga un ambiente cálido y con buena humedad. Para esto debemos encerrarlos en nuestros “invernaderos caseros”; regar cuando veamos necesario (si estamos con tiempo, podemos reemplazar un riego por varios más pequeños); hacerlo con un pulverizador o espray; idealmente, acercarle una fuente de calor (algunos usan germinadores con una fuente eléctrica de calor, pero también puede ser, por ejemplo el calor, que queda en la parrilla luego de haberla utilizado, o un sector de la casa que se caliente mucho luego de recibir sol durante la tarde, etc.); moverlo siguiendo el sol, pero protegiéndolo de los más fuertes; etc.
En los primeros días,  antes de que aparezcan las primeras hojas, podemos cubrir el recipiente con un plástico para que no se enfríe la tierra, sobre todo durante la noche.
El sitio Horturba, señala: “En general las plantas de verano como el tomate, la berenjena o la calabaza suelen necesitar temperaturas más cálidas para germinar, del orden de 20-25ºC, mientras que verduras de primavera o otoño como la lechuga, el haba o las coles pueden germinar a temperaturas de unos 15ºC.”
Otro aspecto que es determinante pero que es más difícil de controlar es la calidad de la semilla. Si las compramos, lo que podemos hacer es ver la fecha de vencimiento y otros aspectos del empaque, recurrir a marcas que nos den confianza por haber comprado en el pasado, etc. Si recolectamos nuestras propias semillas, la clave estará en su buena conservación, en un lugar y recipiente seco.
En ambos casos, en este punto estamos “jugados” a lo que pueda pasar. Existen algunas técnicas como poner las semillas en agua tibia para ver si flotan o no, pero en general no me han resultado. Simplemente es cuestión de esperar.
La mayoría de hortalizas germinan en menos de una semana si las condiciones de humedad y temperatura son buenas. Algunas, como la zanahoria, el apio o el perejil son más lentas. El perejil puede demorar hasta un mes. Poner las semillas en remojo unas horas antes de la siembra es una manera eficaz de acelerar la germinación”, señala la fuente antes citada.
Una vez que pase esto, empezará a crecer una plantita que inicialmente sacará dos hojas comunes a todas las especies (cotiledones) y luego un segundo par con su hoja “definitiva”, cuando llegue a cierto nivel de desarrollo (lo determinaremos por su altura, grosor del tallo, cantidad de hojas, etc.)  Será momento del trasplante, pero eso queda para un próximo post.
Sólo falta dar un par de recomendaciones para cuidar las plantitas mientras crecen, como proteger del sol más fuerte, darle la mayor cantidad de luz posible (sino crecen desmesuradamente hacia arriba en su búsqueda y el tallo termina siendo demasiado fino, por lo que se dobla por el peso de las hojas); se puede hacer una poda mínima en la parte superior para que salgan ramas en la parte inferior (lo mismo que hacemos con las plantas ya maduras, para que se haga arbustito y no una planta fina y alta).

Fuentes:


5 comentarios:

  1. Nos ha encantado esta noticia. La promocionamos en nuestro Facebook.

    ResponderEliminar
  2. Hola, estoy contactando con todos mis blogs amigos para invitarles a participar en el concurso de fotografía jardinera que estoy llevando a cabo en mi blog. La fecha tope de envío de fotos es el 15 de abril. ¿Te apuntas?. Un saludo!

    www.formajardin.blogspot.com

    ResponderEliminar
  3. HOLA ME GUSTO TUS COMENTARIOS, YO ACABA DE GERMINAR UNA SEMILLAS DE NARANJA ENANA, Y LA ESTOY CUIDANDO DENTRO DE UNA BOTELLA Y LA TENGO TAPADA PARA QUE NO SE DOBLE EL TALLO Y AGARRE MAS FUERZA, HABER SI PUEDO MANDAR FOTOS PARA VER EL SEGUIMIENTO Y ASI ME DES UNOS CONSEJOS

    ResponderEliminar

Post relacionados

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...